Quién es el salmista
El salmista había sido un personaje entrañable en los primeros siglos. Se apreciaba su arte musical, hecho de técnica y de fe. Cantilando las estrofas del salmo, para que la comunidad intercalara a cada una su respuesta cantaba, creaba un clima de serena profundización. El Papa San Dámaso habla del “placidum modulamen” del salmista en sus misas; una modulación plácida que infundió serenidad y contribuían a que fueran penetrando los sentimientos del salmo en los espíritus de los fieles.
Hoy se quiere recuperar este ministerio.
El salmista es guía y maestro de oración poética y cantada.
Un buen salmista canta desde dentro (desde la fe).
“…Al salmista corresponde proclamar el salmo u otro canto bíblico interleccional. Para cumplir bien con este oficio, es preciso que el salmista posea el arte de salmodiar y tenga dotes para emitir bien y pronunciar, con claridad…” (I.G.M.R. 67). En esta cita observamos que el ministerio de salmista es un muy especial y requiere preparación.
Podemos afirmar que el salmista es uno de los ministerios más ricos, pues es desde la liturgia donde Cristo se hace presente como cabeza de su Cuerpo, Mediador entre Dios y los hombres, y con nosotros canta las alabanzas a “nuestro” Padre.
martes, 21 de abril de 2009
EL SALMISTA Y SU MINISTERIO EN LA LITURGIA
FUNCION MINISTERIAL DEL CORO
El coro es ministerialmente un elemento importante para la participación litúrgica en general y para el canto del pueblo en concreto. Todo depende de que se plantee bien su función. No se trata de un coro que suplica o suplante el canto del pueblo asumiendo en solitario las funciones que corresponde a la asamblea. Pero sí de un coro que enriquezca el canto del pueblo que, creando espacios de descanso, fomente la contemplación del ministerio, que ayude a dar un color más propio a cada una de las celebraciones y que finalmente anime el canto de toda la asamblea. Entonces, ¿cuáles serán las facetas del coro?.
(el silencio es la llave para la escucha de la voz del Señor).
LOS VALORES DEL CANTO EN LA LITURGIA
Aunque casi nunca surge la pregunta ¿por qué cantamos en nuestra celebraciones?, es bueno dar razones sobre esta actitud.
EL CANTO EN LA BIBLIA Y LA LITURGIA
El canto es una realidad religiosa en toda la Biblia y, particularmente en todo los Evangelios. El propio Señor acudía a la sinagoga según su costumbre (cf. Lc 4, 16) y allí tomaba parte en el canto de los salmos. En la Última Cena cantó los himnos del rito pascual (cf. Mt 26, 30).
Veamos brevemente como se manifiesta el canto en la Biblia y a través de testimonios en la Historia.
El canto en la Biblia está precedido por el reconocimiento de la presencia de Dios en sus obras de la creación y en sus intervenciones salvíficas en la historia. El ejemplo más acabado son los salmos, que abarcan todas las formas de expresión sonora, desde el grito y la exclamación gozosa hasta el cántico acompañado de la música y la danza (cf. Sal 47,2.7; 81,2; 98,4.6, etc.). La invitación al canto es frecuente al comienzo de la alabanza (cf. Ex 15,21; Is 42,10; Sal 105,1), adquiriendo poco a poco connotaciones mesiánicas y escatológicas, al aludir al cántico nuevo que toda la tierra debe entonar (cf. Sal 96,1) cuando se cumplan las magníficas promesas del Señor (cf. Sal 42,10; 149,1). Este cántico se ha iniciado en la victoria de Cristo sobre la muerte, siendo cantado por todos los redimidos (cf. Ap 4,9-14; 14,2-3, 15,3-4).
La Iglesia primitiva continuó la práctica sinagogal del canto de los salmos y de otros himnos: «Llenaos más bien del Espíritu y recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad (celebrad) en vuestro corazón al Señor, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.» (Ef. 5,18b-20; cf. Col. 3,16); «Sufre alguno entre vosotros? Que ore. Está alguno alegre? Que cante salmos.» (St 5,13). En Corinto cada uno llevaba su salmo a la reunión, de forma que San Pablo advierte que «se hagan para edificación de todos».
A comienzos del siglo II los cristianos se reunían antes del amanecer “para cantar un himno a Cristo, como a un dios” (cf. Plinio, El joven, Ep. X, 96,7). En la época patrística los testimonios sobre el canto litúrgico se multiplican. He aquí un ejemplo significativo: «Cuando siento que aquellos textos sagrados, cantados así, constituyen un estímulo más fervoroso y ardiente de piedra para nuestro espíritu que si no se cantaran. Todos los sentimientos de nuestro espíritu, en su variada gama de matices, hallan en la voz y en el canto de sus propias correspondencias o modos. Excitan estos sentimientos con una afinidad que voy calificar de misteriosa» (cf. S. Agustín, Confes. X, 33,49).
Sin embargo No todos los Santos Padres fueron unos entusiastas del canto en la liturgia. Algunos como San Juan Crisóstomo, fueron muy críticos, por entender que la música era un factor de dispersión y un halago de los sentidos. En la Edad Media Santo Tomás se muestra un tanto cohibido al defender el canto litúrgico (cf. S Th II-II, q. 91, a.2). Estas actitudes manifiestan que en la Iglesia siempre ha existido una preocupación muy grande por el carácter auténticamente religioso y litúrgico del canto y de la música en el interior de las celebraciones.
Los últimos y mas notables ejemplos son el motu propio Tra le Sollecitudini de San Pío X (22-XII-1903), la encíclica Musicae Sacrae disciplina de Pío XII (25-XII-1955), la instrucción sobre la Música Sagrada de la Sagrada Congregación: (3-IX-1958) y la Constitución Sacrosanctum Concilium del Vaticano II (4-XIl-1963), que dedica el capítulo VI a la música. Este documento significa la culminación de todo un movimiento de restauración del canto gregoriano y de renovación del canto popular religioso.
Después del Vaticano II se produjo el fenómeno de la proliferación de una música muy difícil de enjuiciar todavía desde el punto de vista de los criterios litúrgicos y pastorales del canto y de la renovación en la liturgia. Entre los documentos postconciliares dedicados a la renovación de la liturgia hay que citar la Instrucción Músicam Sacram del 5-III-1967, siendo muy numerosos los que se han ocupado del canto y de la música de una manera puntual.
EL CANTO Y LA LITURGIA
El canto y la música en la Liturgia | |||
El papel de la música y del canto en la Liturgia. | |||
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SUGERENCIAS PARA SER UN BUEN MINISTRO DE LA MUSICA
por el Reverendo Gilberto Abels
La música es dada por Dios y es una necesidad humana, igual que la comida. No podemos vivir sin ella, ni tampoco alabar a Dios sin la alabanza musical. La música siempre ha estado relacionada con el culto a Dios en todas las culturas. En el Antiguo Testamento leemos de los músicos del templo y los instrumentos que tocaban, y somos exhortados a imitarlos. El rey David no pensó que componer música y verso era menos que su puesto político, y se entregaba de cuerpo y alma a ello.
En la iglesia se necesita de pastores para guiar a los santos en su crecimiento espiritual y a maestros para hacer entender la Palabra de Dios. De igual manera, la congregación tiene necesidad del ministro de música para ayudarle a adorar a Dios y expresar los sentimientos del corazón. El ministro de música predica al compartir el mensaje del amor de Dios a través de la música, y pastorea la congregación a guíarla en el acercamiento a Dios por medio de la adoración.
Se debe aclarar que el ministro de música, sobre todo si es ordenado, es un ministro del evangelio en todo el sentido de la palabra. En iglesias que emplean a los ministros de música, ellos comparten con los otros pastores de la iglesia la responsabilidad de visitar a los enfermos, de enseñar la Biblia, y pueden ser llamados a predicar, de celebrar bodas y predicar funerales; aunque su ministerio principal es dirigir el ministerio de música de la iglesia. Nunca piense que su ministerio es limitado a estar detrás de un teclado, o ante el micrófono cantando o dirigiendo el coro de la iglesia. Esté dispuesto para todo lo que Dios le tiene preparado en el ministerio.
El ministerio de música en una iglesia es más estrechamente relacionado con dirigir la alabanza y todos los elementos que contribuyen a ello. Es dirigir los cantos, coordinar con los músicos, dirigir el coro, y planear el programa del culto en preparación de la predicación. Pero hay más que hacer. Para que haya más participación y que se vaya preparando nuevos músicos para la iglesia, se puede organizar grupos pequeños como dúos, cuartetos, rondallas, coros de niños, etc., y dar clases de música. El ministro de música también organiza el programa navideño, el drama de semana santa, y muchas actividades artísticas y sociales.
Hay otros ministerios para las personas que se dedican a la música sagrada. Uno de los más populares es de ser un cantante especial invitado por las iglesias a dar un concierto. Después se puede vender sus CD’s. Algunos cantantes y músicos se unen con un evangelista a ministrar juntos en campañas evangelísticas. El gran evangelista del siglo pasado, Billy Sunday, decía que tantas personas pasaban a recibir a Cristo por los cantos de su director de música, el Hermano Homero Rodeheaver, que por su propia predicación. El nombre George Beverly Shea y su canto de invitación "Así como soy" es casi sinónimo con el del evangelista Billy Graham, por quien dirigió la música en sus campañas por tantos años.
No cabe duda que esto es un gran ministerio y la persona que lo lleva a cabo tiene que ser entregada y espiritual y tener una comunión estrecha con Dios. Para él, o ella, Dios tiene que ser lo primero en todo. Debe ser salvo y tener una relación directa con Dios hecha posible por el perdón de pecados y llevar una vida de santidad. Sobre todo, su actitud debe de ser - Su gloria y no la mía. En seguida consideremos la preparación espiritual del ministro de música.
1) Su estilo de vida debe ser diferente al del músico secular. Debe llevar una vida limpia, ejemplo del mensaje de sus cantos, del poder de Dios de transformar vidas.
2) El músico cristiano tiene que haber recibido el nuevo nacimiento, con todo lo que eso implica, o estará cantando un mensaje que no comprende, sin convicción alguna.
3) Debe cultivar una personalidad y comportamiento agradable hacia los demás. Sin negar su propia personalidad de artista, no se debe olvidar que su propósito es de ministrar, y no debe portarse de ninguna manera que pudiera ofuscar el mensaje.
4) Debe mantener una relación estrecha con el Señor, con oración y lectura bíblica, para ser un instrumento útil de Dios como ministro del evangelio. Tiene que conocer al Dios que sirve y pasar tiempo en su presencia para que esto sea una realidad en su persona.
5) Debe desear comunicar su propia experiencia de salvación por medio de la música. Así, aunque la letra y música fue compuesta por otro, es su propio canto y testimonio.
6) Sobre todo debe buscar la gloria de Dios y no su propia vanagloria. El enfoque es el Monte Calvario y no los músicos. Me acuerdo de la cantante negra de los EE.UU., Mahalia Jackson, tan conocida por cantar música cristiana, destacada por su versión de "Gracia admirable." Fue ofrecida millones por las compañías disqueras para cantar música popular. Siempre rehusó. Su mensaje era únicamente Cristo.
En conclusión, una docena de sugerencias para hacer mejor su trabajo. 1) Prepárese seriamente por medio de la oración y reflexión antes del servicio, 2) Cuide su estado de ánimo y pon a un lado todas sus presiones antes del servicio, 3) Llegue antes de la hora para estar tranquilo, preparado y sentir el ambiente espiritual presente, 4) Cuide su presentación personal y escoja ropa modesta de buen gusto, 5) Muestre en su porte en el escenario una actitud de respeto y humildad por las cosas de Dios, 6) Tenga en mente la alabanza y no la producción, 7) Hable seriamente y cuide su vocabulario, 8) Mantenga el orden de los músicos y cantantes en el culto, 9) No se ponga en el lugar del predicador y sea lo más breve posible en sus presentaciones y comentarios, 10) Invite a la congregación a cantar y a participar en la alabanza, 11) Despida de la hermandad en forma humilde cuidándose de la vanagloria, y 12) Tenga ensayos productivos con los grupos musicales y llegue a tiempo.
Dios le ha dado el talento de ser músico, y obviamente usted ha sido dedicado en desarrollar este talento. Ahora Dios le ha llamado a ser un ministro de música. Sea igualmente dedicado a su vocación espiritual y desarrolle todo los conocimientos necesarios para ser un ministro del evangelio en todo sentido de la palabra, para la alabanza de Dios. Que Dios le bendiga en su nuevo ministerio.
El artículo citado arriba es una seleccion tomada del libro titulado "Anhelando Obispado" escrito por el Rvdo. Gilberto Abels.